lunes, 29 de mayo de 2017
Derribo
Se derriba algo cuando ya no sirve y además estorba. Le ha sucedido al PSOE. Da la impresión de que los militantes no han escogido tanto a Sánchez como han echado abajo al arruinado edificio en que se atrincheraban los de siempre. Quizás los militantes le han votado porque era la opción para edificar sin lastres. Se elegía una de las dos jarcias que atirantan el rumbo del partido desde la irrupción de los emergentes, Ciudadanos y Podemos. La primera lleva al dique seco. Porque Sánchez no ha perdido dos elecciones, como dicen sus críticos, sino que encabezó un partido que las había perdido cuando no supo defender el espacio que le arrebataron. Las comenzó a perder Zapatero en 2010, de hecho. Las perdieron quienes querían seguir igual, con la fatua Díaz y un aparato tacticista alejado de la gente, cada vez más apuntalado, ruinoso, inhabitable. Tampoco carga Sánchez con una de esas biografías que dan tanto repelús. No debe su liderazgo a barón, baronía o meritoriaje; representa una novedad limpia de polvo y paja que podría recuperar el sentido y aliarse con los partidos de izquierda para conformar una alternativa. Menos mal que nos queda Portugal.
También sucede en León, donde le cogemos el gusto a las excavadoras. Esta semana cayó una casa de las más antiguas de la ciudad, que estaba ruinosa. ¿Quién las quiere disponiendo de farándulas hollywoodenses? Mientras tanto, las comisiones se reúnen, los concejales de turno se ocupan del patrimonio -del suyo-, elaboramos planes y normas, firmamos cartas internacionales, montamos congresos de sesudos especialistas y creamos nutridas asociaciones. Levantamos construcciones administrativas, intelectuales y operativas con la finalidad que se les supone: proteger lo que debe protegerse. Y luego tiramos una casa antigua frente a la muralla sin dilación ni contemplaciones. Igual hay que plantearse derribar tanta construcción inútil, si no cumplen los objetivos que las motivaron. Si ya no sirven y, además, estorban.
(Publicado en La Nueva Crónica el 27/5/2017: http://www.lanuevacronica.com/derribo-2 la foto es de Rubio en el diario digital Ileón.com)
lunes, 22 de mayo de 2017
Legal
Lo
que se llamaba “monumento” se denomina en la legislación española Bien de Interés
Cultural (BIC). Es la máxima categoría de protección de un lugar, un edificio,
un objeto, una costumbre... Con arreglo a la ley, un BIC es prácticamente
intocable y no debe ser alterado, salvo para conservarlo. Su protección se encomienda
a los poderes públicos y su propiedad ofrece la peculiaridad de que una parte
(la que refrenda sus valores culturales) es “patrimonio” colectivo. Los
derechos del poseedor están limitados porque nos pertenece a todos. Entre ese
tipo de bienes, los de naturaleza arqueológica aún son más especiales, pues se
protegen incluso antes de ser conocidos, suponiéndose su existencia en función
de evidencias razonables que, una vez comprobadas, corroboren la protección. Si
no se constatasen, cabría reconsiderar el amparo legal, revocarlo.
El sitio
arqueológico de Lancia, solar de una ciudad astur y romana, fue declarado Bien
de Interés Cultural en 1994. En esa declaración, los indicios acerca de su
extensión (excavada en una ínfima parte) provocaron una delimitación concreta. Diez
años después, una autovía que ha de comunicar León y Valladolid se trazó
atravesando el terreno protegido por esa máxima categoría legal, supuestamente intocable.
Aun así, el proyecto fue aprobado. Se excavó el terreno, para comprobar si la hipótesis
acerca de la extensión del yacimiento era correcta. Y en efecto, lo era: el Bien
de Interés Cultural confirmó su dimensión. Sin embargo, la autovía no varió su itinerario
por el amplio valle que cruza en esa zona. Hubo polémica. Y crisis económica.
Las obras se pararon. Siete años después, las máquinas taladran pilotes en ese
Bien de Interés Cultural para hacer pasar la autovía por encima. Lancia no es
la Catedral, obviamente, pero a efectos legales (y conceptuales) sí lo es, ambas
tienen el mismo amparo, idéntico valor y consideración. ¿Se imaginan? Las
máquinas también taladran la Plaza del Grano. Dicen que todo es legal.
(Publicado el 20/5/2017 en La Nueva Crónica de León: http://www.lanuevacronica.com/legal )
domingo, 14 de mayo de 2017
Referéndum
Votar resulta cómodo, molón y hasta democrático. Quizás por
ello, esta temporada se está poniendo de moda como solución para todo aquello
que no sabemos cómo solucionar. Votamos y ya está. Algo así como ir de rebajas
cuando se está de bajonazo: compramos una prenda bonita, agradable, llamativa y
ale hop, día perfecto. El problema viene después, cuando hay que ponérselo. Que
igual no nos sienta como nos vimos en el probador, con la emoción del momento,
o lo mismo no encontramos ocasión para llevarlo. O, simplemente, nos decepciona
pero ya le hemos quitado la etiqueta. Se ha puesto tan de moda votar que hasta
los sindicatos, antaño empeñados en la justicia social, ahora se enredan en la
justicia territorial, discriminando implícitamente trabajadores de aquí y de
allá (muy de aquí y muy poco de allá, además). El agravio comparativo une tanto
como separa.
Enseguida queremos irnos de los sitios que no nos gustan.
Cataluña es una nación, lo que no implica que abandonen el proyecto de país que
compartimos desde hace tanto, solo porque últimamente no les guste la deriva
que tiene. A mí tampoco, pero ya no puedo irme más. León no es Castilla, eso
también es evidente, pero ¿significa eso que apartados las cosas irían mejor?
Hay un efecto dominó que todos entendemos, y que llevaría a los zaheridos por
el “centralismo pucelano” a escapar de su mala sombra, empezando por los
pueblos de la propia provincia de Valladolid y concluyendo por Soria, que también
existe. Ahora bien, si vamos a comprar ese vestido, ¿cuándo y cómo lo
pondremos? O sea, si votamos irnos, ¿quién y cómo nos gobernará? Si van a ser los
mismos partidos que ganan elección tras elección y son responsables
precisamente de esta situación y de no haber decidido esto antes; si van a ser
los mismos tipos de aquí, con sus bisagras bien engrasadas ante el poder del
centro que sea, si va a ser un vestido como los que tenemos ya en el armario,
mejor paso de rebajas y doy un garbeo para espantar la pava.
(Publicado en La Nueva Crónica de Léon, el 13/5/2017:http://www.lanuevacronica.com/referendum-4 )
domingo, 7 de mayo de 2017
Discurso
El plagio dice mucho del plagiario, pero también del
plagiado y del texto. En las pasadas presidenciales norteamericanas, Melania
Trump fusiló un discurso de Michelle Obama. En las presentes presidenciales
francesas, la candidata fascista Marine Le Pen ha hecho lo propio con parte de
una arenga del gaullista Fillon. Más allá de las intenciones e intereses
políticos concretos (a saber: apropiarse del prestigio individual o del espacio
político, respectivamente), ese cambalache de discursos revela la vaguedad que
habitamos en el terreno de las ideas que se nos ofrecen, la carencia de
identidad narrativa, la intrascendencia del relato político explícito. La
pérdida de capacidad de persuasión de la palabra discursiva, víctima de un descrédito
sin precedentes, se fragua tanto en el bochorno del embuste como en la imprecisión
lingüística.
Hemos visto a Rodrigo Rato como azote de la evasión fiscal
cuando era ministro, a Pujol despotricar contra la perfidia del Estado como genius loci del catalanismo, a Aguirre
destapar la Gürtel, a Rajoy luchar contra la corrupción… Hemos visto cosas que
no creeríais, dijo Nexus-6. Y las hemos oído. Por ese motivo no nos hacen mella
y da igual Melania que Michelle. Los discursos están amortizados; agotadas las
palabras. Cierta tradición oral de la política da sus últimos estertores y es
saqueada por cualquiera para su escarnio en la era de la furia maximalista del tweet. La mentira ya no forma parte de
la verdad, como creyó Talleyrand; la mentira forma la verdad.
Y aunque -último escalón de esa mengua- ello propicie fugaces
triunfos de expresiones cuarteleras o pedestres (Rafael Hernando, Iglesias,
Rufián…) sin más recorrido que un par de telediarios, hay quien pretende llamar
a las cosas por su nombre. Demasiado tiempo sin hacerlo. Quizás no gusten
palabras como casta o trama, pero cuando se refieren a castas y a tramas es lo
apropiado. Solo la exactitud puede devolver al discurso sus virtudes de explicación
y convicción.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 6/5/2017: http://www.lanuevacronica.com/discurso)
miércoles, 3 de mayo de 2017
Aceras
Cuando ya no importe. En ese inútil momento tendemos a
arreglar los problemas o lamentarnos de nuestra falta de comprensión o reacción
ante ellos; entonces es cuando procuramos enmendarnos, cuando ya no importa.
Pero ya no importa, ya no hay remedio. Que se lo digan a Galileo, a Wilde, a
Turing, a tantos… O acaso aplíquenlo a esas fotos urbanas antiguas que tanto
nos gusta escudriñar y en las que tanto lamento baldío vertemos, que solo
sirven para decorar bares típicos y algún mustio libro de estampitas y cartoné.
Así, cuando el de este alcalde y sus concejales apenas sean parte
de un mero listado de nombres en una retahíla de pretendidos próceres desprovista
de otra personalidad que no sea algún cuadro mediocre o mediocres fotos de actos
oficiales iguales a otros actos oficiales; cuando sus acciones y méritos sean borrosas
salvo para algún cronista local con ínfulas de saberlo todo de tan misérrima
porción de la historia, cuando ya no importe… Se recordará que hubo un gobierno
de esta ciudad que acabó con uno de sus últimos rasgos de autenticidad, que
liquidó, con métodos ramplones y rutinarios, uno de los rasgos postreros que
hacía de León un lugar distinto. Como aquel barrio de Santa Ana, como la plaza
e iglesia de San Salvador del Nido o la Puerta del Obispo, tanto solar
desventrado y edificación vulgar, tanta mediana y medianería…
Sin pretenderlo, algunos leoneses prestaron sus lápidas
mortuorias para que otros caminaran por ciertos rincones especiales de su
ciudad. Las orillas únicas, artesanales e insustituibles de la plaza del Grano están
siendo reventadas con martillos neumáticos para cambiarlas por el anodino
estándar al uso en los nuevos cascos
históricos. Por eso, cuando el tiempo haya borrado el recuerdo de los
responsables y solo quede de ellos una memoria acartonada y pretenciosa,
equiparable a tantas otras, las consecuencias de sus decisiones aún los
retratarán. Y la ciudad hablará de ellos. Y de todos nosotros. Cuando ya no
importe.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 4/5/2017)
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