domingo, 17 de julio de 2016

Medianía




Antaño lo definió en su incisivo estilo y con todo detalle el profesor de la Universidad de Pontchartrain, doctor TheloniusGillespie, en su clásico opúsculo en ochenta volúmenes “De todo un poco (y todo por fastidiar)”: el nuevo hombre, el nuevo líder ha de ser el macho delta, sustituto inopinado pero inevitable del macho alfa en las sociedades humanas evolucionadas. En su día tales aseveraciones le valieron la reprobación de la comunidad científica, empeñada, claro está, en la preservación del orden establecido, en este caso del orden alfabético, que además esel único orden arbitrario no cuestionado por ningún movimiento estudiantil. Pero el doctor Gillespietenía razón, y la realidad ha acabado por otorgársela. Tras el fracaso histórico y civilizador del alfa, con su empacho de testosterona y su liderazgo pertinaz, al macho beta le pasó lo que al vídeo epónimo: ars longa, vita brevis. El beta tenía un destino, convertirse en alfa, ypor ello su extinción resultasegura.
El macho gamma, por su lado, se vuelve verde esmeralda a la mínima contrariedad, y desgarra mucha ropa: su futuro esromper cosas. Entramos, pues, en la era del delta: la apoteosis delmediocre, un personaje majadero en general y metepatas en particular cuyas crípticas expresiones devienen dignas de exégesis; un ser inane que acciona los mecanismos del apocalipsis sin querer: un Homer de carne y hueso. La consagración de la medianía. Varios casos en activo harían las mieles de don Thelonius (David Cameron, Mariano Rajoy...) Hasta el mismo Iglesias, de tanto hacerse ora el alfa ora el gamma pretende ahora parecer más delta que nadie (camaleón él, seguro que leyó la obra del sabio de Luisiana…).
Nota: hablamos de “machos” como noción etológica, por supuesto. Aunque el docto TG habitó una época a la medida del cardenal Cañizares, sus teoremas salvan las discriminaciones de género. Susana Díaz (por poner un caso) podría ser un beta de libro sino fuera porque es un alfa de manual.

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