domingo, 17 de abril de 2016

Profesiones



 
Según dicen quienes saben, en los próximos años millones de puestos de trabajo desaparecerán por obra y gracia de la robotización; un cambio de paradigma laboral y estructural a escala de una pequeña revolución de esas que no cambian nada y lo cambian todo. Según añaden, el paro será inquietud principal de los ciudadanos y, por extensión, germen de conflictos en todo el planeta. Pero, lo cierto es que por mucho que pienso en ello no hago más que reconocer por doquier la necesidad de profesionales y trabajadores de los de siempre, de las labores de toda la vida. Más médicos, que atiendan como es debido a nuestras cada vez más envejecidas poblaciones, a los desatendidos enfermos… Más profesores. Más abogados en puestos de jueces, fiscales o defensores, para tanto pleito, tanto engaño y para que la justicia no se resuelva cuando sea injusto que lo haga por tanto aplazamiento. No hago más que constatar la necesidad de fontaneros, electricistas, albañiles… en todos esos lugares donde uno observa edificios, calles, industrias, instalaciones mal construidas o destartaladas, precisadas de un repaso a fondo, de una reforma, de una reconstrucción. De la evitación de la ruina.
Tal vez sobren ciertas profesiones, en las que en apariencia nada se dilucida que sea imprescindible, pero si se asoma uno al campo, faltan agricultores y tierras labradas; faltan cuidados al monte y pureza al agua, amparo a los animales, atención a los pequeños pueblos. Y si observamos la ciudad, otro tanto; patente en vías, instalaciones, servicios, ordenaciones. Y en la atención a las personas, donde más carencias hay, es donde las máquinas menos pueden servir. Pero nos dicen que los robots resolverán esto y lo otro… Da la impresión de que el mundo está a medio hacer, pero en lugar de rematarlo bien, de reparar lo maltrecho, nos parece más conveniente emprender un mundo nuevo, virtual y de mentiras. Uno en que sea menos comprometido cometer errores como dejar las cosas a medias.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 16/4/2016)

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