domingo, 24 de enero de 2016

Estabilidad



 
Un mes sin gobierno no es lo mismo que un mes de desgobierno. En Bélgica estuvieron casi año y medio sin él y en Italia su fugacidad se hizo tradicional y no hubo especiales pifias, como las que engendran gobiernos de mayorías dominantes. La administración funciona, y el país no se resiente en exceso. Con el nuevo tiempo político tal vez descubramos que la estabilidad se sobrevalora y puede y debe ser excusada si lo mandan las urnas. Es más, la propia realidad no suele adornarse con esa categoría muy a menudo. El universo no es estable: navegamos en una bola de mineral candente recubierta de una costra de tierra y algo de agua a punto de congelarse o hervirse, a más de 250 kilómetros por segundo a través de un universo gélido y oscuro que se expande a velocidades inimaginables desde un origen basado en perturbaciones y que, tal vez, colapse algún día. Las formas de vida que pueblan este planeta se basan en febriles mutaciones evolutivas, en cambios imprevisibles. Tal actúa la cultura de nuestra especie, como también una materia siempre en transformación. Nada está quieto. La estabilidad no existe en términos físicos, y ni siquiera sabemos qué sucede con el patrón luz en un agujero negro.
En el horizonte de sucesos políticos tampoco hay estabilidad, lo cual resulta alarmante, dicen. Pero si observamos a los inquietos, despejamos dudas: “los mercados” (ese anónimo dios), sus sacerdotes del “prestigioso” FMI y la Davos party, el señor Juncker y compañía o la patronal. Ergo ya sabemos de qué estabilidad hablan. Esa que les ha permitido hacer de su capa sayos a medida con los resultados de las urnas, esa que les ha facultado durante esta legislatura para saltarse a la torera programas políticos y promesas a los electores, esa que arrasa derechos y extiende deberes a discreción para abrir brechas un poco más hondas. Una estabilidad que emana filológicamente del establo en que nos quieren mansos, esperando que nombren caporal y nos portemos dócilmente.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 23/1/2016)

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