sábado, 2 de enero de 2016

Brecha

Que entre padres e hijos se abren brechas generacionales imposibles de sellar hasta que los hijos empiezan a ser padres es tan sabido e ineludible como una maldición bíblica (y quizás lo sea…). En reconocerlo estriba un pacto de no agresión y convivencia que evite males mayores. Pero a nuestra brecha se ha añadido otra de mayor calado: la tecnológica, la fosa de las Marianas. Como la nostalgia generacional cotiza al alza (los ochenta no fueron así… ¿de veras no os acordáis?), por una mera cuestión demográfica (más cuota de mercado de aquel baby boom), todo el mundo se pone a añorar cuando había sólo dos cadenas de televisión, jugábamos al escondite o comprábamos productos menesterosos en kioscos callejeros… Pero aparte de arqueologías sentimentales, el salto digital sitúa esta generación de nativos tecnológicos fuera del alcance y la comprensión de los emigrados, o sea, de los que sabemos que los ochenta no fueron así. Tecnopléjicos, nos llama un amigo, con lúcida retranca.

Internet (y el resto) no sólo cambia los comportamientos, nos cambia la mente. La nuestra un poquito; la suya, desde la cuna y para siempre. Por eso ellos saben manejar cualquier aparato (intuitivo le dicen, condescendientes…). Por eso mantienen conversaciones con gente presente y ausente a la vez, lo que nosotros consideramos maleducado, pero ellos no. Por eso ven la vida a través de una pantalla, o se sienten Robinsón Crusoe desprovistos de wifi, “desconectados” de ese cordón umbilical cuya escala no somos capaces de percibir. Por eso nosotros “guasapeamos” con un índice parkinsoniano y macarrónico y ellos escriben con ágiles pulgares que hasta predicen al predictivo, compartiendo datos, imágenes, canciones, vida... Para esto servían millones de años de evolución y el famoso pulgar oponible del panda: para enviar whatsapp. Atrapado entre la obsolescencia de la postal navideña y la fría alteridad del móvil, aquí se lo digo: “Flces ftas y prpro ano nvo”. Ups, perdón: año nuevo.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 26/12/2015)

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