domingo, 6 de diciembre de 2015

Antagonía

La CUP es una formación de izquierdas, pero es una formación nacionalista: primera contradicción. La CUP es un partido anticapitalista que ha alcanzado poder gracias a un sistema capitalista: segunda contradicción. La CUP es un partido revolucionario que tiene la llave del gobierno aunque no la capacidad de gobernar: tercera contradicción. Si la CUP no vota a Mas, una de sus mayores aspiraciones se aplaza o, tal vez, se esfuma; si lo vota, se traiciona a sí misma: estoy perdiendo la cuenta…
Convergencia (o como se llame ahora) y Artur Mas no habitan ese universo de contradicciones; lo suyo son las paradojas. Paradojas como la de Pinocho: ¿le crecerá la nariz si dice que le va a crecer la nariz? o sea ¿la independencia merece aventurar su propia independencia? Seguro. Ofrecerán lo que haga falta a la CUP pues para ellos no hay principios a conservar, sólo poder. Ser o no ser. Su universo se nutre de singularidades, de espacios donde no impera la conciencia, sino la ganancia: si para mandar es preciso cuestionar o encubrir aquello que fueron durante décadas, simular incluso que nunca gobernaron, y ni siquiera apoyaron gobiernos en Madrid, se hace. Faltaría más. Al fin y al cabo se trata de una mera paradoja, de la parábola de un superviviente. Y todo lo justifica este cometido mesiánico que abriga un perverso pragmatismo: el fin y los medios al servicio de lo nuestro. De los nuestros.

Convergencia, Mas y compañía pueden convivir tranquilamente con esas esquizofrenias, con esas bipolaridades, codearse con bifidismos políticos y mentales. Ellos no se alimentan de ideología ni de principios, sino de dinero. Si hay que hacer algo, se saca la calculadora y se comprueba su rentabilidad. Todo vale si las cuentas cuadran. La cuestión es ¿puede la CUP hacer lo mismo? Lo dijo Chesterton: “Una vez conocí a dos hombres que estaban tan completamente de acuerdo que, lógicamente, uno mató al otro". Estos, que no pueden ser más diferentes, ¿acabaran por entenderse?
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 5/12/2015)

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