domingo, 23 de agosto de 2015

Palmira



En 1791, Constantin-François Chasseboeuf de La Giraudais, conocido por su pseudónimo “Volney” (contracción de los nombres de Voltaire y la villa natal de éste, Ferney), publicó Las ruinas de Palmira o Meditación sobre las revoluciones de los imperios. Era un alegato en defensa del nuevo espíritu principiado por la toma de La Bastilla, proceso político en el que Volney fue activo participante ya desde el Jeu de Paume. En ese opúsculo filosófico defiende un ateísmo tolerante y la necesidad de que el pueblo tome el poder como resultado de una lógica histórica que se encamina hacia la superación de los despotismos y las supersticiones. Una visión optimista sobre el futuro de la humanidad, característica de los ilustrados revolucionarios, para la cual se requiere una perspectiva histórica que Volney acrisoló en sus viajes por Oriente próximo y que, simbólicamente, representó encaramándose a lo alto de los edificios abandonados de la antigua ciudad siria de Palmira en una arquetípica actitud que preludia la napoleónica en Egipto y el Romanticismo. Las ruinas de la ciudad romana que fuera estación principal de la ruta de las caravanas, capital de un fugaz imperio y, hoy día, monumental patrimonio mundial desde hace más de treinta años, se convertían así en símbolo de un giro histórico copernicano. Son las mismas ruinas por donde campean los bárbaros del Daesh desde hace meses.
Las mismas ruinas donde días atrás decapitaban a un arqueólogo octogenario que había dedicado más de medio siglo de su vida a indagar acerca del significado fidedigno de uno de los paisajes humanos más evocadores y hermosos del mundo. Las casualidades nunca existen: se trata de una salvajada más, pero también de un desafío más. El doctor Khalid al-Asaad fue asesinado brutalmente y exhibido su cadáver mutilado con la espantosa saña digna de un intento de revancha de magnitud histórica. Dos siglos después, Palmira no puede convertirse en el símbolo de un fracaso de tales proporciones.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 22/8/2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario