lunes, 15 de junio de 2015

Tapón



 
Tal como en su día fueron Armenia, Uruguay, Transilvania, Finlandia o Mongolia, podría decirse que la clase media se comporta como un Estado-tapón. O sea, un país utilizado artificialmente para actuar de almohadilla atemperadora o de territorio interpuesto entre las ambiciones de dos potencias vecinas llamadas a chocar con devastadoras consecuencias. El efecto sándwich resultante solía hacer de ese Estado un experimento de interés social y político que conllevaba, por cierto, procesos de exaltación identitaria, espoleta de ulteriores ambiciones. El paso del tiempo acababa por dotarles de una personalidad tan distintiva y sólida como cualquier nación del planeta, pero a veces el experimento fracasaba y o bien el enfrentamiento entre las potencias erizadas se producía finalmente, tragándose al Estado interpuesto, o bien la tensión se relajaba tanto que acababa por no tener razón de ser y, algunas veces, desaparecía sin más.
Con la clase media está pasando otro tanto. La mayoría de los analistas económicos y muchos de los indicadores revelan que, como consecuencia de la crisis sistémica en curso, se ensanchan como nunca (hay quien pone 1929 como referencia) las diferencias entre la minoría que posee las fortunas que mueven el capitalismo financiero y el abrumador número de desheredados que se hunde cada vez más en la precarización y la miseria. En fin, que cada día la distancia entre muy ricos y pobres es mayor y el número de los segundos, una creciente legión. Es un vicio clásico del capitalismo, pero la novedad es que la clase media, llamada a estabilizar esos dos bloques con una franja amplia, atemperadora y decisiva electoralmente, que debía predominar en número en buena lógica, está disminuyendo aceleradamente. O, si se prefiere, se empobrece a tal ritmo que acabará por diluirse con la clase desfavorecida, creando una masa crítica en que la existencia de clase intermedia, una clase-tapón, no tendrá sentido porque no tendrá función. ¿Y entonces qué? 
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 13/6/2015)

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