martes, 4 de noviembre de 2014

Huesos



En este país no sólo esperamos a que se muera alguien para rendirle un homenaje que a esas alturas siempre resulta injusto, se haga lo que se haga; es que, además, solemos esperar a que el cadáver se haya consumido hasta el tuétano y extraviado sin remedio para acordarnos de la santa y de la bárbara. Eso sí, una vez llega la ocasión de celebrarlos, a ellos o a sus obras, no estamos contentos hasta no haber removido tumbas y aventado el fiambre en torno a nuestra mesa de comensales pimpolludos y soplagaitas. Porque nos aclamamos a nosotros, claro, a nuestra teatralidad de anfitriones desatentos.
Sólo así se explica que para celebrar el próximo año el centenario de la segunda parte del Quijote (que desmiente rotundamente aquello de las segundas partes, con una aún mejor que la primera) y el año siguiente, el fallecimiento de Cervantes, lo más notorio que se pretenda a fecha de hoy sea la localización de sus despojos, revueltos en el subsuelo de las trinitarias de Madrid, con la alcaldesa, embriagada como buscando setas en una olimpiada micológica. Y así con todo. Ya pasó con el fiasco de Velázquez (y Lope, Quevedo, Calderón...), con el troceado y tal vez falso de Colón, con el cadáver esfumado de Lorca o los restos exiliados de Machado... Es curioso el afán de algunos por localizar cuerpos mientras se niegan a dar sepultura noble a difuntos de tanta familia ansiosa de honrar a sus antepasados represaliados hace unas décadas. Este país sólo reconoce a alguien cuando ya no importa. Y los cadáveres sólo se tornan exquisitos con el paso de siglos o el ansia de ceremonias.
Es famosa la anécdota de los embajadores franceses sorprendidos, durante su visita a Madrid, de la estrechez en la que vivía el tullido de Lepanto pese al éxito que en Francia habían obtenido sus obras. Y la respuesta del dignatario español no puede ser más reveladora de nuestro carácter: si hubiera vivido con desahogo quizás no habría creado tales maravillas. Hay que joderse (con perdón). 
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 25/10/2014)

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