La comadrona la
levantó en brazos, enrojecida y llorosa y apenas entrada en el mundo, y me la
mostró a través de un cristal: “éste es el chollo”, bromeó sonriendo. Hace
dieciocho años. Ya tiene mayoría de edad legal, pero sigue sorprendiéndome que
se comporte como una persona tan responsable y cabal, porque en ella sigo viendo
a aquel bebé, la pequeña que trastabillaba hasta mis brazos, que apenas hablaba
o sabía sino sonreír alumbrándolo todo con una inocencia pura y rutilante de amanecer.
Sin casi percatarme, su semblante se ha vuelto más diáfano y sereno, como de un
mediodía de primavera.
Al igual que
muchos jóvenes de su generación, se preocupa por lo que oye sobre su país y por
un futuro que, en estos días tumultuosos, no alcanza a vislumbrar. Se hace
adulta. Pero su generación no tiene por qué defender sus derechos, pues los
ejercen y los saben suyos. Ni buscan excusas ni piden explicaciones. No sienten
la política como una losa; la ejercen cuando lo sienten preciso. No arrastran
fardos, ni deudas, ningún trauma de infancias vergonzantes. Salen a la calle a
divertirse o se encierran en casa a edificar ámbitos personales que no
entendemos, como no comprendían nuestros padres aquellos que habitamos
nosotros. Se esfuerzan en unos estudios sobre los que gravita la falta de
oportunidades, o en unos trabajos mal pagados y eventuales, difíciles incluso de
conseguir, donde les ponen mala cara si reclaman lo que es justo, como si les
estuvieran haciendo un favor. Pero no se dejan engañar: no deben nada a nadie.
Me gusta pensar
que tomarán el relevo. Personalmente estoy orgulloso de ella, como de su
hermana. Hagan lo que hagan, sé que son buenas personas, comprensivas y educadas.
Intentarán ser felices, pero no a cualquier precio. Y estoy esperanzado en su
generación. No se merecen este país decepcionante y gris, y están empezando a
voltearlo de arriba a abajo, ante la presbicia de nuestros gobernantes. Aquella
comadrona tenía razón. Felicidades, hija.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 15/11/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario