domingo, 6 de julio de 2014

Zumbido





Me gusta el periódico del verano. De repente se atenúa la molesta estridencia de las diatribas políticas y las furtivas inquinas empresariales y puede escucharse el rumor de noticias de verdad, de aquello que debiera preocuparnos. Reportajes sobre esa urgencia a gran escala que no tenemos tiempo de atender. Nos enteramos de la callada desaparición del pingüino emperador, síntoma del dramático deshielo; de que islas de plásticos de tamaño continental flotan en los océanos y son ingeridas por peces que los devuelven a la cadena alimenticia de la que formamos parte... O de que las abejas se mueren. A pasos de holocausto animal. Algo trascendental, no como las tonterías que de esa gente zángana que tanto prolifera y vocifera. Se mueren y nadie sabe por qué con certeza. Y no es poco, pues resultan imprescindibles para el buen destino de muchos cultivos, de la biodiversidad, del mundo tal y como funciona desde mucho antes del ser humano. Ese devastador profesional.
Tal vez no haya organismo más sofisticado y eficiente que una colmena. Actúa como un sólo individuo para la consecución de un objetivo con la dedicación tenaz de la causa más noble: la supervivencia de una comunidad sin perjuicio para ninguna otra. Virgilio dedicó un libro, el último de las Geórgicas, a cantar su admiración hacia estos insectos. Envenenadas por los pesticidas, diezmadas por el empobrecimiento de los ecosistemas, atacadas por nuevos patógenos, sea cual sea el caso, lo cierto es que las abejas y otros polinizadores naturales desaparecen de los campos. Y con ellos, el ser humano no solo estará más expuesto a un final menesteroso, sino también más solo. Sin “la solícita abeja susurrando” de la égloga de Garcilaso, añoraremos el zumbido que auguraba una cosecha fecunda, un tiempo de espera feliz, un verano venturoso. Haremos oídos sordos, una vez más, al aullido callado de un planeta que agoniza en nuestras manos. Y, mientras, atenderemos el irritable avispero de las otras noticias.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 5/7/2014)

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