domingo, 13 de julio de 2014

Estiaje



 
Afuera hace frío, aunque llevemos ya tres semanas de verano. El parabrisas del coche se empaña nada más entrar como si absorbiera el calor del cuerpo, que tirita levemente al ritmo del motor removido de su letargo. El sol asoma, pero no calienta aún, perezoso. Los campos chispean en esta confusa estación, al filo de un amanecer resolutivo. Las carreteras están desiertas, pero no hay que fiarse, me digo a mí mismo para avivarme. La ciudad no madruga. Nunca lo hace y menos ahora, que los escolares han desaparecido. Las calles resuenan con eco de zapatos como relojes de pared (tic, tac) y cada sonido, cada movimiento, conserva aún la perentoria y tenue condición de un sueño, su tersura caduca de realidad inventada. Camino cuesta abajo a zancadas maquinales que más que llevarme, gravitan sobre un suelo esquivo (tic, tac); es un itinerario que conozco tan bien que ya no sé mirarlo.
En el trabajo la mitad de los compañeros ha dejado tras de sí un silencio más allá de la falta de bullicio y una suerte de aplazamiento de todo se ha instalado en pasillos que parecen pozos sin agua; todo puede esperar, nada es urgente o necesario, cabe hacer las cosas de otra manera menos apurada y azarosa. Aunque tal vez sea el madrugón. Necesito un café y bajo enseguida, apretando el paso de nuevo (tic, tac) hasta el local donde me conocen, me saludan, me atienden sin pedirlo y me dan la dosis exacta de conversación que no turba el sosiego de un local vacío, aún sumido en la modorra displicente de una noche de copas. Tengo apenas diez minutos. Cojo el periódico de la barra y lo ojeo con desgana. Soy consciente de que no enciende ni una sola de mis conexiones neuronales. En la página de opinión intento demorarme un instante... pero no, nada. Echo un vistazo al chiste y a la foto de contraportada. Lo cierro, lo pliego, lo poso de nuevo sobre la barra, respiro hondo y miro por el ventanal, hacia el día que se despereza definitivamente. Es verano. Quizás a mediodía haga calor.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 12/7/214)

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