lunes, 14 de abril de 2014

Logos





Pueblan todo impreso, anuncio, evento, como moscardones emborronándolo todo y pretendiendo que nos detengamos a escrutarlos: logotipos, los “logos”. Quienes gobiernan (lo privado o lo público que consideran privado) pugnan irritados porque el suyo sea más grande, salga más veces, no falte nunca. El “efecto logo” ha transformado empresas e ideas en una caricatura, una metonimia de radiante y ligera simplicidad que queriéndolo decir todo no dice nada. Marcas cuyo valor es independiente de la fabricación del producto, de si es bueno o no lo es, y cada vez más dependiente de una entelequia empresarial que se vende antes o en lugar de tales productos. De poco sirve saber que esa empresa contamina o tima a sus clientes groseramente si luego su anuncio es verde y retoña, contagia confianza y cortesía. Y lo mismo pasa con los gobiernos, los partidos… La absurda expresión “marca España” encierra todo tipo de trampas, pero justifica toda tropelía. Y quien perjudique su marbete diáfano, cometerá aviesa traición. Ignominia para él.
Un trazo curvo y afilado, unas líneas paralelas, unos cuantos círculos… geometrías y estilismos resumen aparentes filosofías de vida, simulacros de pensamiento, y ofrecen experiencias customizadas, exentas de crítica y de contenido. Poco importa quién fabrique y cómo sus productos (orientales de sol a sol, críos subalimentados, mujeres extenuadas…), o cómo lleguen hasta nosotros y qué materiales utilicen y si son diez veces más caros que los demás, y veinte de lo que ya sería un beneficio moralmente inaceptable. Sus dibujitos de colores asociados a una palabra, a una sentencia, colman con vacuidad de propaganda el universo visible. Y tapan el impresentable.
Y a fuerza de repetirse, confunden. Durante un paseo, topo con el distintivo de una tienda deportiva y a pocos pasos, con propaganda institucional y mi magín aturdido, los mezcló: “León, chorco del parlamentarismo”. No necesitamos un logotipo, sino un logopeda. O algo más de lógica.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 12/04/2014)

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