domingo, 6 de abril de 2014

Conmemoración




Mientras Europa se entrega sin tribulaciones a rememorar el centenario de la Gran Guerra, aquí seguimos acomplejados y enzarzaditos en peleas de patio de colegio. Porfiamos en una pésima administración del acontecimiento de mayor enjundia de nuestra historia reciente. Este pasado martes, casi de rondón, se cumplieron 75 años del final de la guerra civil española. Aquello tan casposo de “cautivo y desarmado, etc.” En un país diferente hubiera sido ocasión para recapitular sobre ese pasado cercano con serenidad y distancia crítica, para honrar a todos los que sufrieron y murieron, para hacer votos por una nueva forma de vida que excluye tales enfrentamientos. Somos la única generación de españoles que no ha vivido una guerra.
Pero en un país diferente, hace años que habrían desaparecido todas las placas y recuerdos del dictador y sus secuaces, pues aunque sea historia (como dicen algunos), no por ello hemos de honrarles, aunque no se olviden. En un país que fuera otro, hace años que los muertos ultrajados hubieran dejado las cunetas anónimas, siquiera por una cuestión de compasiva humanidad y de justicia. En un país que fuera como debería ser un país, esa guerra fratricida y cruel no suscitaría más debate que el historiográfico, airearía todos los archivos y testimonios y supondría una oportunidad para que, prescritos aquellos odios, nuevos contrincantes ideológicos hicieran gala de una manera diametralmente opuesta de hacer las cosas, de respeto por encima de fanatismos. ¿Tanto costaban estas tres sencillas cosas? ¿A quién podría ofender zanjarlo todo al fin?
Sin embargo, en este país, a fecha de hoy, eso no sucede. Y hasta un clérigo mezquino se permite la grosería de sembrar cizaña en el funeral de Estado de un hombre que empezó a cerrar la herida en la que él se complace en hurgar. Quizás en otro país, la guerra civil sería un episodio para reflexionar, no para bullir la sangre, no para aburrir o irritar con su letanía de asunto mal concluido.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 5/4/2014)

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