lunes, 10 de marzo de 2014

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Nos sentimos confortados cuando logramos colocar una etiqueta a algo que no entendemos, cuando llegamos a una conclusión escueta que, poco después, guardamos en un cajón de sastre con otros trastos inútiles: este tipo, este grupo, este asunto son así o asao... despachado y a otra cosa.
Le llamaron matagatos por matar un gato. Y de nada valen argumentaciones, discursos, razonamientos, esas cosillas que ya no se llevan y que tan cargantes resultan. De poco sirve que se intente detallar la gradación de los grises, los brillos, sombras, perfiles y rugosidades de las cosas, siempre mucho más detallados y delicados de lo que extracta su nombre en primera instancia. Poco o ningún interés despierta ser analítico, templado, preciso o escrupuloso. Porque no nos interesa el argumentario o el cuerpo de la sentencia, sino la sentencia misma, la condena. Como un epitafio hace con toda una vida, ventilamos de un plumazo que un tipo es tal o cual cosa, ignorando que puede ser tal y cual cosa. Y, acto seguido, desperezamos otro tema.
Objetas algo determinado, lo señalas para cuestionarlo y, si se trata del gobierno, eres rojo o azul; si es la iglesia, anticlerical; si es cierta cultura, un pureta; si te pasas de ciertas rayas, un antisistema... Poco importa lo que digas, por qué y cómo, sino contra quién lo digas. Siempre hay una expresión que encapsula las cosas en una prisión mental del tamaño de un bufido somnoliento. Se es ucraniano (ucranio dicen ahora) o ruso. Y, a renglón seguido, a las barricadas.
Nos sentimos seguros gracias a esas simplificaciones y prejuicios porque el mundo se torna comprensible con el mínimo esfuerzo, no demanda nuestra empatía ni nuestra discrepancia, no necesita razones sino únicamente reflejos primarios, perezosos. Trazamos una línea y nos situamos a este lado o al otro. Fácil y agradable como acurrucarse en el sofá de casa, como hallar refugio en medio de una tempestad. Pero engañoso, como las cáscaras, las apariencias, los prejuicios.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 8/3/2014)

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