lunes, 17 de febrero de 2014

Igualdad




Aparte de esclarecer el número exacto de pasos que dio la infanta desde su coche hasta el juzgado, se discute acerca de si la justicia será igual para todos, incluyéndola a ella, que tan poco sabe de las cosas que pasan a su alrededor. El debate sobre la igualdad de “todo hijo de vecino”, que dicen los tertulianos, concluye rápido si bien se mira, porque ¿acaso la monarquía no se basa en un privilegio de nacimiento contrario a cuanto construye nuestra forma de sociedad? ¿Acaso el concepto “familia real” no se fundamenta, precisamente, en la desigualdad, en un derecho desigual?
Según esto, tanto si el valiente juez Castro al final confirma la imputación como si no, la cuestión será resolver la contradicción que resultará de ello. Si la familia real es otra familia de ciudadanos más, entonces la monarquía no tiene hueco en nuestro derecho. En caso contrario, no se la debe juzgar como a los demás. Y visto así, lo mejor sería no haber empezado, que la infanta se hubiera declarado en rebeldía y que tomase dignamente un barquito en Cartagena, en plan tradición familiar. Los reyes sólo empiezan a ser simpáticos al cabo de cientos de años, con apodos como el casto, el gordo o el peludo.
Sinceramente, lo que suceda a los Borbones me preocupa casi tanto como las calaveradas de Justin Bieber. Me alarman otras desigualdades que afectan a mucha más gente, mucho más gravemente. Que la justicia no trata igual a todos lo sabe cualquiera, por las películas de abogados o si ha tenido la desgracia de afrontar un proceso. El que paga obtiene una justicia de mayor “calidad”, más proclive. El Estado debería contrapesar esos desequilibrios, pero últimamente los acentúa mediante tasas y barreras que disuaden al ciudadano menos favorecido. Una discriminación que cada día hace más injusto este país, más retrógrado. Respecto a estas desigualdades, el caso Infanta se comporta como el calamar gigante que se ha quedado sin museo en Luarca: no hace más que evacuar tinta a lo bobo.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 15/2/2014)

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