martes, 7 de enero de 2014

Campechanía





Hay una suerte de gracejo muy popular que se asocia con la simpatía, aunque no tenga nada que ver con ella. Lo utilizan tipos con guasas de saldo o con un cierto don de gentes que manejan para acercarse disimuladamente a quienes mandan y engatusarlos con sus comentarios lisonjeros y agradecidos, animándoles a ser como son, sean lo que sean, que eso da igual, y convenciéndoles, además, de que llegado el caso, ellos harán cualquier trabajo por sucio que sea, que les encomienden. Hay una suerte de campechanía que es una forma bastarda de familiaridad y que revela sobre todo sumisión y búsqueda de popularidad y de éxito personal a toda costa.
¿Recuerdan ustedes al Ruíz-Gallardón de las jocosas entrevistas de “Caiga quien caiga”? Todos decíamos lo mismo: este tío no parece del PP, o al menos es el PP que querríamos que fuera, la derecha de un país normal. Qué labia, qué saber estar y qué desparpajo: qué buen rollo este tipo, seguro que no le dejan mandar nunca jamás. Le perdonábamos hasta ese aspecto de sapientín repelente y el enmarañado hirsuto de sus cejas. Esas cejas que, ay sí, ellas sí, no sabían disimular y anunciaban maneras de nomenklatura, de apparátchik de la derecha de toda la vida, más allá de los armanis y los chascarrillos de última hora. Jesuitismos aprendidos en la escuela. Pues ese tipo tan bien plantado ante las cámaras que se atrevía a rebatir con gallardía a los reporteros más punzantes es ahora Mr. Hyde. Ha puesto precio a la justicia, impidiendo que sea, como por definición debe ser, un derecho público universal. Y ahora retrotrae los derechos de las mujeres a niveles neandertales. Le Pen le felicita, mientras algunos compañeros de partido bajan la mirada. Y lo hace sin una sonrisa, sin una palabra amable, con el gesto hosco y el ceño fruncido de divina misión que sólo los profetas y los trepas saben adoptar para las grandes ocasiones. Porque el trepa, cuando debe ser agradable es gallardo, y cuando hace el trabajo sucio, es Gallardón.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 4/1/2014)

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