sábado, 18 de enero de 2014

Afección





León, treinta y nueve de fiebre de dos mil catorce. Los pensamientos tienden a deslizarse bajo un tegumento oscuro, una marea oleaginosa que cubre aguas invisibles, tan sólo supuestas bajo ella. Un chapapote que se estrella sin ganas, con un golpeo de azotaina, contra unos pedruscos indolentes. Unos pedruscos que antes, lo juro, no estaban ahí. Escribir algo con sentido se antoja titánico, pues ni siquiera se plantean cosas sencillitas, del tipo levantarse de la cama o así.

Del resto las noticias no son mejores. Respirar ha adquirido la densidad del vientre de los volcanes justo cuando se agitan burbujeando sin que nadie, ni ellos, sepa cuándo cesará o reventará todo. Reventar, o sea, toser. Pero un reventar sin alivio, una detonación interna que se estampa contra ciertos límites del cuerpo de cuyos recovecos no tenía conciencia hasta ahora, y quizá la pierda después. Todos ellos se tensan al unísono en esas ocasiones y ensordecen, golpean, agotan al fin, aunque no lo parezca si se ve desde fuera, excepto por algún gesto hosco de resignación y puro daño. Moverse uno se mueve, aunque todo a cámara lenta y en una burbuja, como si vivir fuera un experimento que, de momento, no sale bien. La espalda pesa como debió pesarle el mundo al atlante de marras, o, al menos, como si la gravedad no fuera etérea y se pudiera palpar, cargar encima. Toda ella. Y cada articulación revela de pronto millones de años de evolución devueltos a su primigenia incompetencia. Los párpados no se abren del todo, las narinas se ensanchan a ratos intentando ventilar unos adentros colapsados, el cuerpo se encoge para resguardarse de no sé qué amenaza compuesta de millones de seres invisibles pero muy notorios que ya están dentro. Hace calor y hace frío, de repente y sin motivo. Me abstengo de mencionar otras efusiones; se hacen cargo.

En un resumen algo vago, esa es la situación. Así que tendrán que conformarse con esto. Lo siento. Es gripe, dicen. Será. Que sea leve para los del cupo anual.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 18/1/2014)

2 comentarios:

  1. ¿'Encoge' con jota, Luis? Lo atribuiré al malestar general, fiebre y pérdida del apetito. Yo creo que estás malo. Pero que no se repita. Juá. A mejorarse.

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  2. Diossss, tanto leer a Juan Ramón es lo que tiene... Aunque gracias al atontamiento general (más del habitual) he descubierto esta acepción, presta al caso, en su mismo diccionario (léase la tercera en especial): ENCOJAR.
    1. tr. Poner cojo a alguien. U. t. c. prnl.
    2. prnl. coloq. Caer enfermo.
    3. prnl. coloq. Fingirse enfermo.
    Eso sí, para contentar a los cabrones de la Academia y a algún otro amigo que me estará mirando, ya está enmendado. Ay, señor...

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