lunes, 16 de diciembre de 2013

Política




Se escucha corrientemente como un tópico de esos que no es necesario comentar porque pone de acuerdo a todo el mundo. Los políticos, esa gentuza. La política, esa vileza. Y no es cierto.
Los reprobamos porque algunos de ellos (siempre demasiados) a menudo se comportan como si lo de todos fuera suyo, como si les hubiéramos dado licencia para hacer lo que les diera la gana. Y suelen hacerlo, además, con una zafiedad tabernaria que nos avergüenza de forma ajena y también propia, ya que nos representan a todos. Cuando nadie les mira se comportan como gañanes, y en sus simulacros de atareamiento, desfilan apresurados hacia despachos y poltronas despotricando a voces y repartiendo humillaciones y broncas a unos subordinados que los desprecian pero que son demasiado educados o tienen demasiado miedo para pararles los pies. Sin embargo, cuando les miramos o lo hace el objetivo de una cámara, perpetran muecas sonrientes y frases mecánicas y ampulosas cortadas por un mismo e insulso patrón, entre pomposo y bufo, que nos resulta estomagante y aburrido. Jamás se excusan. Jamás reconocen un error.
Hacen gala de una intemperancia exultante o desenfadada para simular la llaneza de la buena gente que no son mientras maquinan represalias y rumian supuestas ofensas de quien no rinda la pleitesía que ellos ofrecen a los jerifaltes de sus camarillas. Se creen sus prebendas por haber sido elegidos por la voluntad popular -afirman categóricos-, ignorando adrede el sentido de ese voto y que nadie les vota por ser, precisamente, ellos. Y menos lo harían si supieran cómo se comportan. Otros, que también se tienen por políticos, ni siquiera han pasado por elección alguna, ni tienen oficio o beneficio que no sea medrar de lo público a base de arrastrar su sumisión ante quienes les apadrinan y les proporcionan una canonjía tras otra.
Por eso y por otras cosas, se nos hacen tan aborrecibles, pero eso no es la política. La política es, precisamente, todo lo contrario.
(Publicado en La Nueva Crónica el 14 de diciembre de 2013).

1 comentario:

  1. Me asustó un poquitín tu inicio benevolente. Pero luego, hasta la severidad se te ha quedado corta, creo yo.
    ¿Se puede hacer la política sin los políticos? El gobierno que supone la política exige de gobernantes. Y los mejores gobernantes de las casas, de las haciendas, de los estados... son los "mayordomos". Sería preciso que tuviéramos en las políticas a gentes que sepan y sean capaces de "mayordomear"...

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